viernes, 30 de mayo de 2008

Emparedados.

Individuos que por diversos motivos eran colocados entre la paredes o cimientos de grandes construcciones: casas viejas, puentes, muros de presas, iglesias. En Monterrey, se cuenta que algunas mujeres de la clase social alta eran emparedadas vivas entre los muros de las casas si se embarazaban antes del matrimonio o cometían adulterio. Por otra parte, en el área rural es común la creencia de que se colocan niños en las murallas de las presas para darles solidez, o como una forma de encerrar sus espíritus; dichos espíritus se encargan de prevenir, mediante gritos, cuando hay peligro de desborde o fisuras en las construcciones. Estas últimas creencias se han registrado lo mismo en el sur (Mier y Noriega) que en el norte (Lampazos), así como en el área de montaña (Galeana y Rayones); incluso hay narraciones de Linares y de la Villa de Santiago que las atestiguan como prácticas reales, concretamente, en las presas Cerro Prieto y La Boca.

Luego dice sí, eso de las mujeres emparad... emparada... ¿qué están en las paredes? Emparedadas, sí; Yolanda me dijo de esto y otras personas también, que aquí pasaba mucho eso, que ponían a las mujeres en las paredes, vivas... Dice sí, pos incluso, cuando ya no querían batallar con ellas lo que hacían (porque estaban ellas en las casas) era que las encerraban, les tapaban las salidas, ahí las entumbaban...

Okey ¡más!... Entonces seguimos plática, plática, plática, plática, plática y plática, okey... Entonces volvimos a hablar de las mujeres en las paredes... porque yo le dije a ella que Ofelia Sepúlveda... Bueno, esta Ofelia fue directora de una escuela de mujercitas enseguida de la catedral por 25 años (apenas se jubiló hace tres o cuatro años); es uno de esos edificios del centro... y el dueño de ese edificio ahora es el hijo de Raúl Salinas... por eso se piensa que el edificio tiene algo (porque ésos no van a comprar algo por nada); well, dice aqueia que... “Oh sí, –dijo– en la escuela teníamos una cocina y ahí tomábamos café cada mañana yo y unas maestras –como nosotros estar aquí. Nos la pasábamos sentadas platicando, día por día, año por año... Y un día, unas gentes del edificio de enseguida deciden que quieren tumbar algo porque están buscando tesoros... ¡Imagínate!, aquí está la mesa y aquí están las señoras tomando café, y los que andaban buscando el tesoro trabajando del otro lado de la pared; entonces aquí, en esta pared de al lado, ¡pues resulta que hallaron a una mujer en la pared!, haz de cuenta aquí junto a nosotros...”

Y luego dice que las maestras decían después: “Imagínate tantos años ahí, enseguida de esa mujer tomando café”.

¿Sabes?, es que también como que uno no lo piensa, estás busque, busque y busque algo y lo que andas buscando está mero enfrente de ti... También me dijeron que en las esquinas –pero eso Yolanda y Artemio–, que en las esquinas de las iglesias ponías gentes vivas porque así le daban solidez a las construcciones, y que la Iglesia del Roble se cayó porque no tenía niños en las esquinas.

(Marie Theresa Hernández; Monterrey)

Donde yo he oído eso es en Cerro Prieto. Una vez fuimos allá a pasearnos y como yo no le veía las compuertas a la presa (sí tiene compuertas, pero yo no se las veía) le pregunté a mi esposo que cómo le hacían para detener y controlar tanta agua; íbamos en una troca por arriba de la muralla y él me contestó: “¿A poco no sabes? Es que le ponen niños enterrados en la muralla, por eso aguanta muy bien”. Eso me dijo.

(Señora; Villa de Santiago)

Cuando se moría un niño decían que si acaso quería sepultarlo ahí, para cuando lloviera anunciara la lluvia; entonces nomás va a haber una tormenta y ahí en el puente chiquito se oye que llora un niño...

Y acá en la presa también, cuando hicieron la presa pusieron un niño ya muerto, lo pusieron ahí, nomás que éste niño está acá, del lado de Bahía... ahí está ese niño...

También sé que cuando moría un niño chiquito lo pedían, le daban buen dinero a los padres con tal de que lo sepultaran ahí, para saber cuando iba a llover; ya nomás se quería venir el agua y ¡pos ya empezaba el niño a llorar! Al otro día amanecía llueve y llueve... O cuando hay mucha creciente también el niño llora...

(Concepción Tamez; Villa de Santiago)

Véase: Túneles, Enterrados.


*Imagen: fotografía de rostro de mujer en fachada de casa ubicada en el cruce de las calles Arramberri y Héroes del 47, Centro, Monterrey, Nuevo León. Registro: Cristóbal López y Nydia Prieto

domingo, 25 de mayo de 2008

Emplazamiento.

Tiempo determinado que dura un embrujo, hasta la curación o muerte del afectado. También se refiere a la fecha específica en la que morirá la persona que ha sido embrujada.

Véase: Bruja, Curandero, Embrujamientos, Enyerbado, Mal puesto.

martes, 20 de mayo de 2008

Enrabiados.

Individuos que adquieren hidrofobia, mordidos generalmente por perros que portan la enfermedad; gritan, rasgan su piel y corren desaforados hasta el instante de su muerte. Al respecto, se recomienda no contestar los alaridos provenientes del monte, ya que pueden ser los de un enrabiado buscando víctimas para atacar. A veces se organizaban partidas de caza para perseguirlos y matarlos.

Antes había mucha, mucha rabia, y contaban que a cierto ranchito ¡pos ya había venido un enrabiado y había querido desbaratar una casa! Entonces a un señor de ahí, de ahí, que tenía bastante familia, se le ocurrió salirse de su casa y llevarse sus hijos y su mujer pal monte. Luego, subió a su señora y toda la familia a un mezquite e hizo una lumbre bien grande.

Y por los gritos sabían bien por dónde andaba el enrabiado, andaba nomás por entre el monte, entonces aquel señor le gritó y no... nomás se fueron contestando varios gritos cuando de pronto ¡aquí está el enrabiado!, porque a los enrabiados nomás les echaban un grito y ¡saltaban! buscando de dónde venía.

Entonces ¡pa pronto se pescaron y se agarraron!, se pelearon y cayeron entre la lumbre. Se quemaron los dos, pero él salvó a su familia con todo y señora.

(Rosa Pequeño Delgado; Linares)

Más antes no atendían a los enrabiados porque ¡pos no había ni medicinas!, y cuando alguien tenía la rabia ni quien se le arrimara. Lo que sí sucedía era que los encerraban y los ponían a comer ajo, puro ajo, ajo y ajo, esa hierba corta la rabia.

(Antonia Platas; Hualahuises)

jueves, 15 de mayo de 2008

Enterrados.

Personas que fueron enterradas vivas en sitios apartados del campo, casi siempre por castigo a su desobediencia y mala conducta o por motivos desconocidos. Estos seres a veces hablan con los campesinos y les piden comida o ayuda para salir de la tierra, solicitudes que casi siempre les son negadas. En otro orden de ideas, se habla de personas asesinadas y colocadas sobre tesoros con el propósito de que sus espíritus los protejan y oculten; también se sabe de fetos sepultados en los patios de conventos e iglesias. Hay quienes afirman que algunas de las nociones sobre enterrados tienen origen en la época pre revolucionaria, cuando los grandes hacendados y caciques castigaban a los campesinos rebeldes sepultándolos vivos; otros sostienen que los niños sacrificados en los patios de construcciones religiosas eran producto de relaciones sexuales de monjas o novicias con clérigos.

Bueno, mi mamá nos platicaba de un muchacho que había golpeado a su papá y a su mamá y que se lo había comido la tierra, se fue hundiendo y quedó casi hasta acá, hasta el cuello; así estuvo un tiempo, hasta el pecho enterrado, y luego se lo comió la tierra completamente.

Pero pos antes decían que eso sí sucedía; antes, en estos tiempos no. Ahora los hijos matan a sus papás...

(Concepción Mendoza Ríos; Linares)

No sé por qué un hijo desobedeció a su papá, a sus padres, entonces se abrió la tierra y se hundió hasta aquí, hasta la cintura; iba mucha gente a verlo, pasaban por ahí para ver al desobediente. Nosotros no fuimos, nada más oíamos la plática.

Contaban que desobedeció a sus padres y entonces lo castigó diosito, abrió la tierra y se lo tragó.

(Hilaria Alemán Ramos; Linares)

Aquí también se decía que el que enterraba un tesoro o los que enterraban un tesoro, ésos ya no tenían derecho de sacarlo porque no lo iban a encontrar nunca; o que el tesoro caminaba de un lugar a otro...

Dicen también que si iban cuatro o cinco, preguntaban “¿a ver, quién se va a quedar a cuidar el tesoro?”, y ya contestaba alguno “pos que yo”. Entonces a esa persona la mataban y la sepultaban ahí donde escondían la riqueza. Por eso cuentan que no se puede sacar ese tesoro hasta que no busquen la manera de... de salvar el alma de aquella persona que anda penando, que quedó ahí.

Pero pos es pura leyenda lo que les estoy diciendo de eso... porque ustedes van a decir ¡pos todavía cree en eso! ¡No! Mucha gente sí lo cree, tiene esa imaginación; yo no.

(Efraín Segundo Rosales; Mier y Noriega)

Véase: Desobedientes, Emparedados, Huesos, Sirena, Tesoros.

sábado, 10 de mayo de 2008

Enyerbado, a.

Persona dañada o embrujada mediante la utilización de plantas. También se aplica al animal salvaje difícil de cazar que es envenenado con carne enyerbada.

Dime qué me diste, prieta linda

creo que me tienes enyerbado

porque todo cambia en esta vida

sólo tú cariño no ha cambiado.

(DAR, canción “Prieta linda”)

Véase: Bruja, Curandero, Embrujamientos, León de la sierra.

lunes, 5 de mayo de 2008

Espantos.

Diversas apariciones y encuentros que infunden temor por su naturaleza repentina, inexplicable. Se manifiestan en imágenes indefinidas o incorpóreas (bultos, sombras); en forma humana (difuntos, mujeres vestidas de blanco, hombres mutilados y enterrados, indios, niños); como animales (perro negro, caballo, chango, lechuza, tecolote, venado, puerco); por medio de sonidos (cadenas, galopes, golpes en la puerta, gritos, pasos); luces y fuegos; duendes y, desde luego, el diablo en sus múltiples representaciones. Invariablemente se asocian a muertes prematuras y violentas, personas con promesas incumplidas, penitencias, venganzas de ultratumba, tesoros escondidos, espíritus y osamentas. La impresión que causan los espantos puede provocar una enfermedad, y tal vez la muerte.


Al cuestionarle sobre miedos dijo que de niña la asustaban con “ahí viene el sapo”. Ahora teme a los truenos. Dijo que también celebraban el día del guajolote y el conejo. Además teme constantemente en pesadillas a los locos, a los “desgarrados” y al Chupacabras. En ocasiones le causan aflicción las tolvaneras y se asustó con los narcosatánicos.

(Yosune Ibarra y Herón Pérez Daniel, “Notas de Campo”, Cerralvo, 7-VII-1997)

A mi abuelito le gustaba cazar de noche, en el monte, y cuentan que un día se halló un venado grande y luego que... que donde le apuntaba a ese animal se aparecía un hombre, y logo cuando le quitaba la carab... cuando no le apuntaba, era otra vez el venado; y así estuvo, cada vez que le apuntaba ¡que era un hombre!

Entonces mi abuelito se fue corriendo pa su casa, pero logo fue al otro día y se le volvió a aparecer, y hasta dicen que la carabina se le descompuso, que la jua [fue] a arreglar y que le dijeron que... que la habían... que porque era cosa mala eso que se le apareció, por eso no podía disparar, dijeron.

(Cristóbal Escobedo Rodríguez; Iturbide)

Véase: Ánimas, Chupacabras, Diablo, Duendes, Emparedados, Enterrados, Espíritus, Hombre pájaro, Huesos, Luz errante, Mal de espanto, Revolución del agua, Tesoros.