sábado, 30 de agosto de 2008

Cueva.

Las grutas son abundantes en la geografía e imaginación tradicional del noreste mexicano, generalmente tienen conexión con bandidos, indios, tesoros y el mal.
Cuevas de indios: sitios donde se han encontrado o perduran rastros de la presencia aborigen, petrograbados, pinturas rupestres, utensilios. En un plano simbólico los indígenas aparecen para resguardar la entrada de la cueva, o como simple visión.
Cuevas de tesoros: accidentes del terreno considerados refugios estratégicos para esconder, encontrar e imaginar tesoros.
Cuevas malignas: a semejanza de otras latitudes, se vinculan a prácticas brujeriles y al diablo. A veces, nuestras grutas pueden hablar o abrir y cerrar sus bocas.
Hay familias nuevoleonesas que preservan su devoción a la Virgen del Chorrito: diminuta imagen de la guadalupana situada a la entrada de un conjunto de cavernas.

Yo muy seguido sueño sueños pesaos...
Una vez soñé un sueño de una señora dijunta que vino por mí y me llevó a unas cuevas. No eran minas, eran unas cuevas mucho muy grandes, muy alumbradas, y veía yo onde íbamos caminando, ¡una chulada, si viera qué hermosura! Nombre ¡qué tiene!, una cosa chula. Anduvimos mucho por aquellas cuevas viendo, ahí me traía y me traía... hasta que de repente ¡nomás desperté! y se acabó el sueño.
Y así por el estilo... Puro lucerío había adentro, ¡muy bonito, muy alumbrado!

(Andrés Esquivel Vázques; Vallecillo)

Aquí era poblado de indios, inclusive hay unas cuevas muy bonitas que... ¿Pero quién puede llegar allí? Están por detrás de esta Sierra Borrada, por allá están.
Platican que son unas cuevas muy bonitas, una cueva que es como... pues como de pura piedra laja, ¿verdá?, pura laja, pura laja, y tiene unas pinturas muy hermosas, ¿que qué siglos tendrán? Fíjate que esas pinturas son desde los tiempos indios.
Mi papá nos contaba que allí iban varios sacerdotes ofreciendo no se sabe a qué astro o a qué... Cree él que eran sacerdotes porque traían vestimentas de sacerdote y capas grandes, serían reyes o algo así.
Decía que todas las pinturas estaban como “caminando”, dirigiéndose a un solo lugar, ¡y qué pinturas!, con qué serían... con qué estarían hechas las pinturas que nunca se habían borrado.
(Guadalupe Llerena viuda de Sánchez; Rayones)


Véase: Agapito Treviño, Bandidos, Indios, Pedro José, Tesoros, Virgen del Chorrito.

lunes, 25 de agosto de 2008

Culebra de agua.

Véase: Serpiente de agua

miércoles, 20 de agosto de 2008

Culebrilla.

Metáfora del relámpago o del rayo en algunos lugares.

Véase: Rayo.

viernes, 15 de agosto de 2008

Curandero, a.

Persona que ejerce prácticas terapéuticas y rituales. Antítesis de la bruja, a la curandera se le identifica con la realización del bien: la magia blanca. Sus tareas incluyen desde sanar enfermos y encontrar cosas perdidas, hasta invocar espíritus y ver el futuro. Fundamenta sus remedios en la medicina tradicional, recetando tés, infusiones, sahumerios, chiqueadores. La aplicación de estos elementos naturales suele estar vinculada a una serie de ritos: invocación de espíritus, prohibiciones, alabanzas, rezos, y la extracción de objetos extraños del cuerpo del paciente. Un curandero que ha trascendido es el Niño Fidencio (José Fidencio Síntora; Acámbaro, Guanajuato, 1898-Mina, N. L., 1938). Éste se ha transformado en figura central de un culto que sintetiza costumbres y creencias de la herbolaria, el catolicismo popular y el espiritismo.

Una vez se supo de un señor que ya tenía mucho tiempo de estar enfermo, a quien llevaron con un hombre de ésos, curanderos; allí lo arroparon con una cobija y el curandero pidió que le dieran unos chiles de color, de esos secos. Luego prendió los chiles en un bote e hizo un humaredón... ¡Mató a aquel pobre señor! Lo ahogó con el humo.
(Cornelio Sánchez López; Lampazos)

Eran buenas las curanderas, pues curaban a la gente; ahora hay doctores y evitan que anden tomando hierbas, pero pos por tal de hacer negocio con los centavos (...)
Los curanderos todavía existen; cuando dicen “no, éste está desahuciado por los médicos”, cuando una persona está desahuciada por los médicos la gente dice “vamos a ver un curandero”, y el curandero dice “no, lo tienen embrujado”.

(Indalecio Torres Sustaita e Isidro Bravo González; Iturbide)

Para donde me iba a curar eran puros rateros, rateros los curanderos, rateros los curanderos y... pues se acabó todo aquello, se acabó la fortuna y se acabó la enfermedad.
No crea que son mentiras, todos me conocen, soy nativo de aquí y ya le digo, tenía mil 200 cabras, bien seleccionados, bien cruzaditas... Tenía una oportunidad y me ganaba unos centavitos, había una producción de temporadas en que vendía yo 700 o 400 cabritos, con una producción de 200 o 300 pesos mensuales de queso. Se acabó todo aquello y se acabó la enfermedad.
(Señora; Mier y Noriega)

En algunos lugares el culto [al Niño Fidencio] se ha modificado, hay grupos en la ciudad de Monterrey y de otros estados, que han incorporado a su práctica curativa otros espíritus, por ejemplo a héroes de la historia regional como Pancho Villa, Emiliano Zapata o el doctor Eleuterio González “Gonzalitos”; a personajes famosos como Sor Juana Inés de la Cruz; a santos católicos como San Martín de Porres, Manuelito de Atocha, Jesusito o Ramoncito. (...)
Los curanderos o médiums fidencistas obtienen un conocimiento empírico, transmitido en forma oral de los recursos naturales como son plantas, minerales y animales, así como su forma de empleo.
Entre los fidencistas los rituales como “la barrida o limpia” y los amuletos protectores son muy populares. A esta magia popular se han agregado talismanes, polvos, baños, sahumerios, veladoras, oraciones, imágenes de otros cultos como los de Pedrito Jaramillo, un famoso curandero de los Olmos, Texas.

(Olimpia Farfán, El Fidencismo: la curación espiritista, pp. 29, 35)


Véase: Bruja, Canibalismo, Ceniza, Chile del monte, Doce Verdades del Mundo, Espíritus, Espíritu de Pancho Villa, Magia, Mal de espanto, Mal de ojo, Petaca.

domingo, 10 de agosto de 2008

Chango.

La imagen del chango, mono o gorila, aparece de variadas formas. Su encuentro y visión nocturna están relacionadas con el diablo. Algunas madres campesinas atemorizan a los niños con la idea de que se los va a llevar el chango, incluso hay quienes evocan la existencia del primate en algún rincón del cerro de La Silla o en parajes de General Terán. En Linares y el sur de Nuevo León se recuerdan personas “encartadas” de chango: descendientes de cruzas entre humanos y la bestia; en este último caso, nos encontraríamos ante el recuerdo de mestizaje con individuos cuyo fenotipo era marcadamente afromestizo, o de cierta etnia aborigen (Nuevo León contó, durante la época colonial, con un importante componente poblacional negroide, y en el sur del mismo habitó una tribu de indios “negritos”). Chango es también un vocablo para denominar al viejo de la danza de matachines, y en el sur del estado se recopiló cierta referencia a un “chango-gorila” que produce los truenos.

Las magias de las brujas las sacan de libros, esos libros de magias traen todo, todo traen; yo una vez estaba leyendo uno ¡de esos libros de magia!, pero no tuve valor de hacer las cosas que ahí venían. Ahí decía, por ejemplo, que un huevo de gallina -¡pero de una gallina negra!, ¡hasta las patas debe de tener negras!-, se enterraba en un estiércol de caballo, o sea, en un montón de cirre de caballo. Ese huevo, ya enterrado, debía ir usted a regarlo todas las noches a las doce de la noche. Haciendo eso, a los 21 días sale un changuito, así, un changuito, como un chango, igual. Sale un changuito y habla, dice:

–Qué desea de mí, dígame qué es lo que desea.
Entonces ya responde uno:
–Pos yo quiero tener bastante suerte, quiero ser poderoso.
–Pues dime en qué forma quieres tener suerte y ser poderoso –pregunta el chango.
Y ya vuelve a contestar uno, ¿verdá?:
–Yo quiero ganar dinero en la carreras o en la jugada de baraja.
–No, pues está bueno.
Y se dicen unos cuantos rezos, se dicen unos cuantos rezos pa que se aparezca aquel, aquel animalito. Nomás se aparece y luego, luego le dice a usted, le habla él:
–¿Qué desea?
–No pos esto y lo otro, o esto y lo otro –dice uno.
–Ta bueno –dice el changuito.
Y está arreglado todo.
Eso era lo que hizo un amigo de mi papá, don Sigifredo Espinoza, él hizo el changuito ese. Llegaba a una jugada de baraja, llegaban papá y el hombre ese, y le decía el segundo: “Nomás a la carta que le vaya yo apuéstale tú también, y échale lo que quieras”. Y no perdían ¡para nada! Toda la suerte se venía con ellos. Porque ahí se le aparecía el changuito, y nomás don Sigifredo lo veía. Le decía a papá: “Échale estos dineros al rey de copas, apuéstale lo que quieras”.
Ese monito es esclavo de uno y no crece, está en un solo punto; es un animalito chiquito, así, cabe en la palma de la mano. Ése no se muere, es espíritu, es un espíritu.

(Hipólito Reyna Sánchez; Linares)

¿Manuela la pamorana?, era de más antes esa mujer, india legítima, yo creo. Pero era negrita, negrita, y tu abuelo también era negrito, negrito. Más antes había mucha gente así, pero ya después se fue mezclando y mezclando...
Esos estaban negritos porque eran indios legítimos. Allá, en el ejido, por eso le pusieron el Cerro Prieto, porque más antes había mucha gente prieta. Había unos señores bien feos, que serían “encartados” [cruzados] de chango; yo conocí a dos de esos señores, tenían las narizonas de este tamaño, anchas y abiertas, bien feos. Estaban chatos de la cara, ¡cosa horrible!, y la boca así, grande y salida.
Dicen que ésos eran encartados de mono, de mono chango, de los de más antes.
Digo yo que ¡pos no habría mucha gente!, yo creo que los changos bajaban del cerro y engendraban, ahí, con las... con las mujeres, luego salían los hombres bien feos; a dos conocí yo, eran... eran tíos de Hilario Martínez.
¡Pero cosa horrible!, eran dos señores los que conocí, nomás los miraba uno y le daban miedo, le daban miedo.
Sí, le decían Cerro Prieto ¡pos porque había mucha gente prieta!

(Rosa Pequeño Delgado; Linares)

martes, 5 de agosto de 2008

Chicaleros.

Denominación de los danzantes enmascarados, “viejos”, “judíos”, “diablos” o “chamucos” que en algunas comunidades del sur de Nuevo León realizan una fiesta ritual durante la Semana Santa.

Véase: Fiesta de los Chicaleros.