sábado, 20 de septiembre de 2008

Cosecha.

Antaño existieron una serie de ritos unidos al levantamiento de la cosecha. Incluían la primera siega con música y entrega de las primicias (primeros frutos) a las advocaciones locales, a la Iglesia. Hasta el presente, en algunas comunidades las primeras mazorcas de una labor son consideradas objetos benignos. Se conservan reverencialmente en el hogar, o se ofrendan al santo patrono.

Para esto se decía una misa que se llamaba Misa de Espigas, concluyendo con un gran comelitón en plena labor, con elotes cocidos y asados, así como calabaza tatemada. Como punto relevante de esta buena cosecha era llevar a la iglesia de Doctor Arroyo, a la virgen de la Purísima Concepción, las “primicias”, por los primeros frutos de la tierra.

(Varios autores, Tradiciones y costumbres de Nuevo León, 1994, p. 112)

Más antes se usaba que el que levantaba mucha cosecha en la parcela preparaba los montones de cajas de cerveza, de soda, listones y todo. Entonces los que iban a pizcar, ¿verdá?, se encontraban con todo eso en las últimas monas o trincheras del sembradío.

Pero nomás acababan de pizcar la última mazorca y echaban el último costal, ¡luego, luego agarraban al dueño de la cosecha y lo amarraban! Lo liaban con un mecate y se ponían por todos lados, luego lo echaban arriba de la carreta con clarinete y tambora, y la caballada atrás, hasta dos o trescientos pelados a caballo, con buenas sillas.

(Cecilio Cazanova Iturralde; Hualahuises)

Notamos además que en la puerta de entrada había una mazorca colgada. Preguntamos el porqué, y se nos contestó que era de una cosecha de larga duración (una vez al año), y que servía como amuleto para buenas cosechas.

(Yosune Ibarra y Gustavo Herón Pérez Daniel, “Notas de Campo”, Montemorelos, 13-V-1997).

Véase: Fiesta de los Chicaleros

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