domingo, 30 de noviembre de 2008

Canibalismo.

La idea de devorarnos los unos a los otros es persistente; nuestra entidad conserva creencias y tradiciones orales acerca de la antropofagia supuestamente practicada por los indios y las brujas. Sin embargo, la fantasía referente a comer gente trasciende su asociación con los tribeños o con ciertas costumbres brujeriles; más comúnmente, suele emplearse como muestra de cariño o como amenaza. No es muy raro escuchar expresiones como la siguiente: “¡Ya deje de molestar y vayáse a la escuela porque si no me lo como!” (Hualahuises). En el área sur-serrana se refiere, incluso, un culto cuya parafernalia incluía el consumo de personas.

Decía:

–A ti ya no te como, pero ¡ira!, a esa muchachita sí me la como, no se me hace trabajoso comérmela (a María, que estaba sentada allí, en un cajón).

Y advertía mamá:

–No andes dejando a esa niña sola, si no ¡te la va a comer el indio, te la va a comer el indio!

Era hermana mía, yo la crié.

Entonces le decía yo al indio:

–No andes viniendo aquí, si te vas a... si te quieres comer una niña no... no vengas...

(Evangelina Sustaita de Platas; Hualahuises)

Yo juego con mis sobrinos porque... he escuchado eso, de que se juega diciendo que te vas a comer un cachete, una pierna o algo, y eso se comenta cuando estás cambiando al niño. Cuando tú a un niño le estás poniendo una camiseta y está desnudito dices “ay, te voy a cortar el cachete, te voy a cortar la pierna y me la voy a comer en un taco”. Aquella parte del cuerpo que esté más bien proporcionada; si tiene buena pierna, pos una pierna.

(Susana Marroquín Cavazos; Villa de Santiago)

Esa vieja tenía una mirada muy curiosa, su cara era igual a la de una india que andaba en mi rancho cuando yo era chico; aquella mujer era bruja, según decían, nadie sabía de ónde venía. Mire güerita, no crea que le digo mentiras, yo nomás le digo lo que sé, porque a mí nadie me quita que esa vieja regresó por la niña Mariana. Además, cuando no li hacían caso, o sea usté me entiende, en lo que ella ordenaba, les gritaba rete feo: “¡Ora verán, si no me obedecen me los como!”. Pos no es que yo quiera llenarla de miedo, niña, pero esa costumbre de comerse a las criaturas, según contaban las gentes, es de los indios diantes, de los rayados que andaban por acá, por las rancherías.

(Gabriela Riveros, relato “Ven por chile y sal”; Monterrey)

En el ejido donde vivía mi mamá oía pláticas de que en Villa Mainero, Tamaulipas, había un señor así... que curaba a la gente.

Y que acá, más acá, en el otro lugar, que no sé cómo se llama, había una señora que también curaba. Unas gentes iban con el señor y otras con la señora...

Pero el señor le tenía envidia a la señora y por eso... así empezó todo hasta que llegaron a comer gente. Sí, es que les entró un espíritu como del demonio.

(Benito de Jesús Luna Ramos; Iturbide)

martes, 25 de noviembre de 2008

Canícula.

Así es denominada la temporada más caliente del año. Por lo general se calculan 40 días que empiezan el 14 de julio. Algunos observan que es una temporada propicia para enfermedades e infecciones, y que si el periodo inicia con lluvia, el calor se atenúa.

El sol es más caliente, calienta más en esos días (son cuarenta); están los soles más calientes... Es del 14 de julio al... 24 de agosto, son 40 días.

(María Dolores Cárdenas Bravo; Hualahuises)

No falta quienes relacionan esta temporada calurosa con un castigo de la naturaleza hacia los hombres (...) Lo que sucede en esta temporada, indicó, es que los rayos del sol llegan perpendiculares al hemisferio y sumado a un sistema de alta presión no permiten que llueva; esto afecta sobre todo al norte y al Golfo de México y desaparece hasta fines de agosto, cuando se empiezan a presentar las lluvias.

Cuando ese sistema llega a romperse es cuando decimos que la canícula entra con agua, es decir, con lluvia.

(María Luisa Medellín, “La Canícula, tradición y calor llegan hoy”, en: El Norte, Mty., 16-VII-1997, p. 1-B)

jueves, 20 de noviembre de 2008

Caramuela (Milpiés Spirobolus).

La imagen que se tiene de esta especie de gusano es negativa; es un elemento utilizado en los trabajos de las brujas.

Las caramuelas son malas porque sueltan una leche blanca que es veneno. Son malas y las usan muchas mujeres que saben hacer remedios, hacen morralitos y allí las echan pa hacer males.

(Juan de la Rosa Sánchez; Linares)

Véase: Embrujamientos.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Carbón.

Mineral vinculado directamente a las riquezas subterráneas. Un tesoro se convierte en carbón al manifestarse envidia entre las personas involucradas en su búsqueda o hallazgo. Como contraparte, existe la certeza de que el carbón puede retornar a su estado original (oro, plata) cuando es buscado por personas humildes y desinteresadas.

Por esos rumbos decían que un señor venía desde Monterrey vendiendo, y cada vez que dormía en determinado ranchito (pero no sé exactamente en qué rancho) veía una lumbrita, una llama. Él veía mucho esa llama y una vez le señaló al dueño: “Oiga, cada vez que vengo yo, más o menos en este lugar, veo una lumbre, ¿no se ha fijado usted ahí?”. En ese rancho siempre veía la lumbre y les dijo más o menos dónde. ¡Y se fue el dueño! Escarbó y sacó una tinaja, pero era puro carbón... Entonces por ahí guardó la tinaja de carbón para enseñársela al mercader cuando regresara.

Pasado el tiempo vuelve el vendedor y pide un vaso, les pide un vaso para beber agua y fue a meterlo a la tinaja (creía que la tinaja tenía agua), y nada ¡pos sí estaba llena de algo! Entonces ya cogió preguntando “¿pos qué hay aquí?”. Era dinero.

Luego les comenta:

–Oigan, ¿pos por qué tienen este dinero ahí?

–¿Dónde?

–¡Pos ahí en la tinaja!

–Es carbón señor, la relación que usted se encontraba es carbón. Escarbamos, sacamos la tinaja y es puro carbón.

–¡No señor!

Fue y sacó el dinero, la bajaron, la vaciaron; era puro dinero.

(Jacinta Hernández Prieto; Linares)

El compadre no fue, él nomás les indicó que en tal sitio había un dinero enterrado. “Vayan a sacarlo”, les comentó.

Pero a esos dos les entró envidia y dijeron: “No, si lo llevamos a él ¡pos alcanza más! porque él nos dijo dónde está”.

Y se fueron solos, escarbaron, encontraron algo, pero luego cuentan que se les volvió puro carbón –dicen que sí se convierte–; como quiera se llevaron el carbón y dijeron: “Vamos a echárselo a mi compadre por no haber venido con nosotros y embustero”.

De bribones fueron a tirar el carbón en la casa del compadre, pero en la casa de éste se volvió dinero, y al final el compadre fue el de la bonanza esa.

(Esther García Vázquez; Linares)

Véase: Relaciones, Tesoros.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Cautivos.

Las referencias a individuos capturados, tanto por los mestizos como por los indios, son todavía comunes, principalmente entre habitantes de la zona norte de la entidad.

Exactamente, así se lo llevaron en la travesía, pasaron por aquí los indios y se lo llevaron (sus padres ya no supieron nada de él). Hasta después de mucho tiempo cuando él ya se hizo hombre vino a dar aquí porque mató a un indio, le clavó la flecha; al ir a darle agua a unos caballos se disgustaron él y el indio, y allí lo flechó, y de allí... se vino él, pero vino a dar como quiera a su pueblo.

Cuando se lo llevaron a él de aquí del pueblo era niño, de allí de onde andaba en la calle, de ahí se lo llevaron.

Y cuando él regresó traía las costumbres de los indios. Cuando volvió él ya no se llamaba como se llamaba antes (se llamaba como yo, Cornelio Sánchez, ¿ve?). Él regresó y decía todo alrevesado su nombre, ¿ve?, porque sí sabía él su nombre cuando se lo llevaron, pero luego ya se hizo a... a la idea de ellos, ¿ve?, y hablaba todo medio mocho.

Entonces él venía diciendo que se llamaba... pos no, no recuerdo bien. Mi papá era el que me platicaba de... de cómo venía él nombrando las cosas.

Porque... bueno, mi papá todavía no nacía cuando pasó eso, todavía ni se casaba mi papá. Pero después, cuando mi papá y sus hermanos nacieron y comenzaron a crecer, empezó mi abuelo a platicarles.

(Cornelio Sánchez López; Lampazos)

Sorpresivamente los indios los atacaron y capturaron a la muchacha, su padre apenas tuvo oportunidad de escapar y rápidamente corrió a dar aviso para que le ayudaran a rescatar a su hija. La buscaron por largo tiempo, lo único que encontraron fue un rastro que la desafortunada muchacha fue dejando, pedazos de tela de su vestido; cuando ya no pudo cortar la tela fue dejando cabellos. No volvieron a saber de María Antonia por muchos años. Pasó el tiempo y un día una familia de Parás, que fue de viaje a Oklahoma, la encontró por aquellas lejanas tierras, le preguntaron por qué jamás había avisado que estaba con vida a su familiares, y ella les contestó que jamás se atrevió a comunicarse con sus familiares porque se había casado con el jefe de la tribu que la raptó, y que casada con el indio era muy feliz. Tiempo después, un hijo de María Antonia visitó Parás para conocer la tierra de su madre.

(Sra. Armandina Villarreal de V., Parás, en: Para saber, p. 3)


Véase: Indios.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Ceniza.

Vestigio del fuego que se pone en el suelo en forma de cruz para desviar los vientos fuertes y las tempestades. En algunos lugares se asocia con prácticas mágicas y con el diablo.

Más antes en el puro tierral bailaba la gente de los ranchos ¡en el puro tierral! Y cuando había boda o baile yo veía que las muchachas, este... se salían muchas mujeres y andaban por detrás de las casas con puños de ceniza ¡haciendo crucitas! ¡Que pa que no lloviera!... Ponían cruces de ceniza para que no se desbaratara el baile.

(Antonia Platas; Hualahuises)

La curandera parecía la bruja de la leyenda; larga, seca y huesosa, con la nariz corva como ave de rapiña, las uñas como garfios y el pelo enmarañado. Tenía en sus manos un bulto de ceniza caliente y unos ungüentos con los que empezó a frotar el cuerpo, esquelético también, del enfermo, pasándole luego unas palmas benditas y haciéndole cruces por todas partes. Hizo que don Teófilo y su mujer le ayudaran a bajar al piso a Quintín y entonces lo regó totalmente de ceniza, barriéndola con una escoba tan pronto terminó esta operación.

(Rosa de Castaño, Rancho Estradeño, p. 88)

Mi papá ejercía un platito de peltre, blanco, ahí en ese platito tenía ceniza.

Yo no vi cómo trabajaba, pero tenía ceniza con un tenedor y un trinche en cruz ¿eh? Entonces él se ponía a trabajar y agarraba el trinche al mismo tiempo que decía: “¡Mira, aquí lo estoy viendo! [al diablo] aquí lo estoy viendo...”, en la ceniza.

(Alfredo Espinoza Camero; Linares)

Véase: Viento, Tempestad.