lunes, 30 de marzo de 2009

Astros.

La relevancia que se le da a ciertos astros en la zona rural permite identificarlos de una manera específica. Así, tenemos a Venus que es llamado comúnmente “Lucero de la Tarde”, “Estrella de la Oración”, “Estrella de la Mañana” y “La Muchacha”. Por otra parte, las Pléyades son conocidas como “Cabrías”. Se observa también un par de luminarias a las que suelen llamar “Ojos de Santa Lucía”. Existen, asimismo, cuerpos celestes más difíciles de identificar; tal es el caso de “La Estrella Guía”, “La Cruz del Sur”, “El Carro” (o “La Carreta”), “Las Tres Marías” y “Los Reyes”. Las estrellas sirven para orientarse en el monte, y son una metáfora recurrente de la lírica tradicional que las asimila al amor, a la mujer, al compañerismo, a la buena suerte, incluso a los muertos.

¡Hay una desgraciada estrella que no falla, que siempre sale! Sale al querer oscurecer... y cuando andaba yo de gambusino, buscando vetas de barita ¡lo que quería era que saliera pa orientarme! Ésa sale por ahí [señala al poniente, sobre el horizonte], por ahí se va derecho hasta que se mete; ésa no se carga a ningún lado. Cuando no había estrella no me salía de onde estaba acampando por nada del mundo.

(Ismael Hernández Sepúlveda; Hualahuises)

Hay además la estrella de... ¡no me acuerdo cómo le nombran! Es una estrella grande que cuando oscurece, en esta época, está por ahí asina, no muy alto en el cielo. Esa estrella se mete más o menos ahorita, se mete como a las diez de la noche y, por ejemplo, aquí en García, a veces nos tocaba regar huertas durante la noche, a las once o a las doce de la noche. Entonces, cuando nos juntábamos algunos para hacer ese trabajo, decía yo:

–¿Qué horas son ahorita?
Y contestaban:
–¡Pos nombre!, no sé, yo no traje reloj.
–Pero yo sí tengo reloj –les decía–, ahorita son las doce de la noche o es la una de la mañana, según mirara tal o cual estrella.
Y comentaban:
–Bueno, pero pos ¿en qué conoces las horas?
–Pos en las estrellas –les contestaba.
Aquí ya nadie se da cuenta de eso, pero uno sí, digo, yo por mi parte. Porque como yo asistí mucho tiempo en el campo, así es de que por ese motivo conozco esos astros.

(Pedro Jaramillo Rodríguez; Villa de García)

Reparando en la gran cantidad de estrellas visibles se nos señaló hacia el sur, apenas arriba del horizonte “La Cruz de Mayo”, conjunto de cuatro estrellas o cinco con la forma de una cruz acostada y ligeramente inclinada hacia arriba. La gente del área señala que esta “Cruz de Mayo” sólo se ve en el cielo durante dicho mes. Posteriormente, cuando le preguntamos a una joven sobre esta constelación, dijo haber escuchado a unas personas mayores comentar la misma idea (en el camión, cuando venía de Doctor Arroyo). Por su parte, el señor Pilar García Fraustro responde señalando hacia el sur: “Sí, esa cruz se aparece acá”.

(Cristóbal López, “Diario de campo”, Mier y Noriega, 3-V-1997)

Véase: Camino de Santiago, Cometa, Eclipse, Estrella fugaz, Luna, Sol.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Augurios.

Véase: Agüeros.

viernes, 20 de marzo de 2009

Aura (Cathartes aura).

Ave conocida también como zopilote. Es una señal segura para ubicar animales muertos; su alimento es la carroña y se le ve volando en círculos sobre el sitio en donde se encuentran los cadáveres. La gente confunde esta ave con el buitre.

¿Las auras? Ésas anuncian dónde hay muertos, ya sean animales o personas, porque yo también he visto que las auras se han comido a las personas. Mire, allá en mi tierra (Aramberri, N. L.) mataron al esposo de una sobrina mía, lo asesinaron y le mocharon la cabeza; y la cabeza, ¡pos sólo Dios sabe dónde iría a parar!, pero el cuerpo lo echaron a un arroyo.
Y las auras... por las auras y los perros de los muchachos que mataron a ese señor fue que otros dieron con los restos del muerto; no, porque ya toda la gente estaba bien cansada de buscarlo... Pero las auras andaban volando bien alto, ¿verdad?, y luego se bajaban bien rápido; ya ven que el aura se eleva y luego de repente se deja caer pa bajo.
Sí no ha sido por las auras ¡pues no encuentran los restos del muertito! Porque ésas es lo que avisan, que en algún lugar hay animales o personas muertas.

(Francisca Rivera Sánchez; Linares)

domingo, 15 de marzo de 2009

Bandidos.

La memoria popular recuerda a hombres armados que robaban, traficaban y escondían su botín en lugares inhóspitos; por ejemplo, en cuevas, cimientos de construcciones abandonadas, túneles. Los bandidos aprovechaban su amplio conocimiento del ámbito rural y se beneficiaban de las revueltas sociales. Entre los más socorridos por la memoria colectiva están: Agapito Treviño “Caballo Blanco”, el huachichil Huajuco, el indio Pedro José, y el “Ojo de Vidrio”.

En el Cerro de la Tetías hay una cueva, según esto, de bandidos, ¿verdá?, de bandidos. Y contaban que esos bandidos querían... pos como que deseaban levantar una revolución o algo así.

Parece que eran bandidos de varias partes, ¿vedá? de varios estados. Éstos se empezaron a juntar y luego buscaron un escondite, ¿vedá? Porque ese cerro que les digo yo tenía una cierta entrada, a sus peñas, por abajo, ¿vedá? Ese era un lugar que los protegía a ellos, ya sea del tiempo o de sus enemigos.

(Susano Perales Hernández; Linares)


Dicen que era la casa de unos bandidos quienes iban y asaltaban el ferrocarril El Nacional, yo creo que cuando empezó ese tren. Dicen que mataban a todos los soldados y se venían corriendo de la estación vieja, luego se metían al río y ya no los encontraban. Los perseguían los soldados, pero al llegar al río se desaparecían por una entrada secreta.

(Álvaro Sepúlveda; Villa de García)

Véase: Agapito Treviño, Cueva, Huajuco, Pedro José, Tesoros, Túneles.

martes, 10 de marzo de 2009

Baraja.

Las cartas son populares en nuestra comunidad, mas la práctica de su juego en exceso motiva que los jugadores sientan la presencia del diablo (o se sospeche un pacto de alguno de ellos con él). Jugar baraja especialmente después de la medianoche propicia la aparición del ángel caído o la de otros espantos.

Está extendida la creencia de que el presente y el futuro de una persona se cifran en los números y símbolos de los naipes; de ahí el afán popular por leer las cartas. La suerte cifrada en la baraja es concebida como metáfora del destino.


Una vez escuché una canción en Reynosa de la que ya no me acuerdo. Les he preguntado a varios, así, que saben de canciones viejas, y tampoco se acuerdan...

O sea que este cabrón estaba en la iglesia, en la misa, y todos tenían su librito, pero él tenía una baraja. Entonces el padre le preguntó por qué, que por qué tenía la baraja. Entonces él le explicó por qué ¡todo le explicó! Le dijo que cuando veía al rey ¡pos era Dios!, y que cuando salía la sota significaba otra cosa, ¡y todo lo demás! Le explicó el significado de cada carta.

Pero no me acuerdo bien de esa historia. Era una canción platicada que pasaban en el radio. Preguntando por ella una vez conocí a un pelado que también la oyó y me dijo unos pedacíos, pero no se la sabe tampoco toda...

La otra parte que recuerdo es que ese pelado que estaba en la iglesia con la baraja se encuentra de pronto al as ¡y se vuelve a acordar de Dios! O sea que todo lo que decía la Biblia él lo leía en la baraja. Todos estaban leyendo, todos estaban leyendo, ¿verdá?, mientras él taba pasando carta por carta, haga de cuenta un rosario, ¿verdá?

¡Pero nombre! No he vuelto a oír esa canción, tampoco la he podido hallar ¡pa saber ésas!

(Juan López García; General Terán)

jueves, 5 de marzo de 2009

Barro.

Material terroso empleado en la fabricación de utensilios y para el revestimiento de chozas. En contadas comunidades de Linares, Iturbide, Doctor Arroyo, aún se moldean tazas, comales, jarros. Existe un relato sobre la creación de dichos utensilios, que escuchamos en el ejido Loma Alta, de Hualahuises. En la narración, un indio ve juntarse el agua de lluvia en las pisadas de su padre; lleva entonces un molde de las huellas al fuego. Después de varios intentos infructuosos, añade al lodo cal y pasto, elaborando así el primer jarro.

¿El barro? Sí, lo usaba para comales, ollas y todo eso... más antes había mujeres de esas que hacían comales y hacían moldes.

(Carlota Álvarez; Linares)

–Soy María García Navarro, de puritito barro. ¿Cuántos años tienes tú?

–Yo, cincuenta y seis; ¿y tú, María?

–No los tengo, no los guardé. Se pasaron de noche...

–¿Qué averiguas? ¿Dónde están tus años, los encerraste en la caja fuerte? Dime, ¿eres

de barro?

–No, yo soy de plástico. No me gusta cómo sabe el barro humedecido. Se pega, como la suerte.

–¡Oye! ¿qué te pasa? El barro es mejor, es más bonito. No, el plástico no; es insípido, además, te cansarás siendo eterna.

(“María García Navarro”, Stella Brewster García de Alba; Lampazos)

Sí, aquí habitaban los indios, primero los naturales y luego unos injertados, pero fíjense, les voy a contar una historia que pasó aquí en la sierra, allá pa ribita. Habían pasado las lluvias y iban dos indios, el padre y el hijo, subiendo un cerro. Iban descalzos pos en ese tiempo ni pa guaraches había. Y el papá iba caminando adelante en aquel lodazal. Porque cuando llueve se ponen los caminos muy feos por aquí. Y ahí iban con sus morrales, uno atrás del otro, subiendo para buscar algún animal para comer. El chamaco era muy curioso y se fijó cómo la huella del pie de su papá se quedaba marcada en el lodo y le dijo: “Mire apa, cómo se queda l’agua encharcada en la huella”. Y se fijaron bien que el pie se sumía en el lodo y el agua quedaba sin salirse. Y así empezaron a hacer experimentos con el lodo pa ver si podían hacer como una vasijita.

Primero tomaron un montón del lodo y lo dejaron secando al sol, pero nomás secó se quebró, así que ése no servía. Luego intentaron con piedritas, pero también se desmoronaba. Así que tuvieron que seguir inventando, hasta que se les ocurrió poner yerbitas, así como zacate, y mezclarlo con el lodo y dejarlo secar. Así apareció el barro y desde entonces se hacen vasijas aquí y en todas partes.

(Homero Adame, “El origen del barro”, recreación literaria de una plática escuchada a un anciano de Hualahuises)