domingo, 25 de enero de 2009

Cabresto.

Soga hecha con crin de caballo, vinculada a las faenas rurales y con algunas nociones mágicas. Se asocia a los tesoros: la colocan sobre el dinero escondido y se convierte en víbora cuando otros intentan desenterrarlo. En el mismo orden de ideas, un diablero transforma reatas en ofidios para intimidar y probar el valor de sus compañeros. Los vaqueros evocan el uso del cabresto negro contra peligros humanos y animales; la soga, colocada en el campamento, semeja a la víbora prieta y ahuyenta a la serpiente de cascabel. A lo anterior se suman las siguientes narraciones o creencias: un indio usaba una de estas sogas con un sombrero en uno de sus extremos para saber por dónde venían los enemigos y cuántos eran; otro individuo “cabresteaba” la tierra al tiempo que le hablaba a un remolino de viento (manipulando al remolino de un lado para otro). Tener un cabresto negro y buen caballo implica ser una persona preparada y de valor. Además, los individuos embrujados pueden mejorar su salud si son “cabresteados” (azotados con dicho lazo).

Se hacía con esa crin de caballo un cabresto: una reata, y si era una enfermedad leve con ésa se curaban (o con tierra del marrano...). Aquí el cabresto de cerda de caballo se acostumbraba de cualquier color.

(Gregorio Gámez Villanueva; Mier y Noriega)

Las reatas negras las ponían para que no se arrimara la víbora de cascabel, porque viendo la serpiente de cascabel a la víbora negra (la víbora prieta), le tiene miedo; por eso se ponía un cabresto alrededor de donde uno dormía, para que no se arrimaran las de cascabel.

(Sr. Arévalo Villanueva; Linares)

El último cabresto que vi yo se lo hizo un señor que se llamaba Genovevo Salazar; él era de aquí, de San Vicente. Se lo regaló a un hermano mío –en paz descansen los dos.

Fue un trabajo bien acabado ¡qué artistas ni qué nada! ¡Bien bonito! Una cosa ¡bien acabada!, que ni de fábrica.

Ese hombre tenía muchas bestias y trabajaba mucho eso: la cerda, la crin del caballo. Ese cabresto era de color negro y blanco; tenía un hilo blanco, era una especialidad ¡pero bien retorcido, una cosa bien bonita!

(Román Flores Ramos; Melchor Ocampo)

Una noche estaba sentado junto a una fogata con un guardia cuando ambos vieron que algo se acercaba arrastrándose como reptil. Pensaron que era una víbora, pero ambos se llenaron de terror al ver que lo que serpenteaba no era sino la soga, que se detuvo ante ellos a unos siete metros, entonces empezó a alargarse y a aumentar de diámetro, un extremo se volvió abultado, se formó una boca con dientes cónicos y afilados, enormes ojos aparecieron al mismo tiempo que los orificios de la nariz, y una lengua delgada y dividida en dos por la punta se distinguió. Se cubrió de escamas verdosas. Al fin la soga se transformó en una serpiente (...)

El teniente murió después de pasar por terribles sufrimientos. En su peor pesadilla soñaba que una soga se transformaba en serpiente y lo atacaba. A pesar de haber sido un hombre muy cruel, con sus sufrimientos pagó el daño que hizo a otras personas durante su vida.

(Georgina Arrambide, “El misterio de la soga”, General Terán, en: Colectivo, Silueta de mi sombra,p. 8-9)

Véase: Bruja, Caballo, Diableros.

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