jueves, 5 de marzo de 2009

Barro.

Material terroso empleado en la fabricación de utensilios y para el revestimiento de chozas. En contadas comunidades de Linares, Iturbide, Doctor Arroyo, aún se moldean tazas, comales, jarros. Existe un relato sobre la creación de dichos utensilios, que escuchamos en el ejido Loma Alta, de Hualahuises. En la narración, un indio ve juntarse el agua de lluvia en las pisadas de su padre; lleva entonces un molde de las huellas al fuego. Después de varios intentos infructuosos, añade al lodo cal y pasto, elaborando así el primer jarro.

¿El barro? Sí, lo usaba para comales, ollas y todo eso... más antes había mujeres de esas que hacían comales y hacían moldes.

(Carlota Álvarez; Linares)

–Soy María García Navarro, de puritito barro. ¿Cuántos años tienes tú?

–Yo, cincuenta y seis; ¿y tú, María?

–No los tengo, no los guardé. Se pasaron de noche...

–¿Qué averiguas? ¿Dónde están tus años, los encerraste en la caja fuerte? Dime, ¿eres

de barro?

–No, yo soy de plástico. No me gusta cómo sabe el barro humedecido. Se pega, como la suerte.

–¡Oye! ¿qué te pasa? El barro es mejor, es más bonito. No, el plástico no; es insípido, además, te cansarás siendo eterna.

(“María García Navarro”, Stella Brewster García de Alba; Lampazos)

Sí, aquí habitaban los indios, primero los naturales y luego unos injertados, pero fíjense, les voy a contar una historia que pasó aquí en la sierra, allá pa ribita. Habían pasado las lluvias y iban dos indios, el padre y el hijo, subiendo un cerro. Iban descalzos pos en ese tiempo ni pa guaraches había. Y el papá iba caminando adelante en aquel lodazal. Porque cuando llueve se ponen los caminos muy feos por aquí. Y ahí iban con sus morrales, uno atrás del otro, subiendo para buscar algún animal para comer. El chamaco era muy curioso y se fijó cómo la huella del pie de su papá se quedaba marcada en el lodo y le dijo: “Mire apa, cómo se queda l’agua encharcada en la huella”. Y se fijaron bien que el pie se sumía en el lodo y el agua quedaba sin salirse. Y así empezaron a hacer experimentos con el lodo pa ver si podían hacer como una vasijita.

Primero tomaron un montón del lodo y lo dejaron secando al sol, pero nomás secó se quebró, así que ése no servía. Luego intentaron con piedritas, pero también se desmoronaba. Así que tuvieron que seguir inventando, hasta que se les ocurrió poner yerbitas, así como zacate, y mezclarlo con el lodo y dejarlo secar. Así apareció el barro y desde entonces se hacen vasijas aquí y en todas partes.

(Homero Adame, “El origen del barro”, recreación literaria de una plática escuchada a un anciano de Hualahuises)

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