martes, 10 de marzo de 2009

Baraja.

Las cartas son populares en nuestra comunidad, mas la práctica de su juego en exceso motiva que los jugadores sientan la presencia del diablo (o se sospeche un pacto de alguno de ellos con él). Jugar baraja especialmente después de la medianoche propicia la aparición del ángel caído o la de otros espantos.

Está extendida la creencia de que el presente y el futuro de una persona se cifran en los números y símbolos de los naipes; de ahí el afán popular por leer las cartas. La suerte cifrada en la baraja es concebida como metáfora del destino.


Una vez escuché una canción en Reynosa de la que ya no me acuerdo. Les he preguntado a varios, así, que saben de canciones viejas, y tampoco se acuerdan...

O sea que este cabrón estaba en la iglesia, en la misa, y todos tenían su librito, pero él tenía una baraja. Entonces el padre le preguntó por qué, que por qué tenía la baraja. Entonces él le explicó por qué ¡todo le explicó! Le dijo que cuando veía al rey ¡pos era Dios!, y que cuando salía la sota significaba otra cosa, ¡y todo lo demás! Le explicó el significado de cada carta.

Pero no me acuerdo bien de esa historia. Era una canción platicada que pasaban en el radio. Preguntando por ella una vez conocí a un pelado que también la oyó y me dijo unos pedacíos, pero no se la sabe tampoco toda...

La otra parte que recuerdo es que ese pelado que estaba en la iglesia con la baraja se encuentra de pronto al as ¡y se vuelve a acordar de Dios! O sea que todo lo que decía la Biblia él lo leía en la baraja. Todos estaban leyendo, todos estaban leyendo, ¿verdá?, mientras él taba pasando carta por carta, haga de cuenta un rosario, ¿verdá?

¡Pero nombre! No he vuelto a oír esa canción, tampoco la he podido hallar ¡pa saber ésas!

(Juan López García; General Terán)

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