sábado, 15 de septiembre de 2007

Mezcal.

Denominación genérica con la que se conoce a las bebidas alcohólicas obtenidas de algunos agaves o magueyes. El origen de la palabra es náhuatl y significa “maguey asado”: metl: maguey; izcaloa: asar. Naturalmente, el nombre se refiere a las pencas asadas del maguey que fueron un elemento importante en la dieta de los pueblos prehispánicos.

Con la introducción del proceso de destilación en América y el descubrimiento del aguardiente de maguey, éste tomó por extensión el nombre de mezcal. En el noreste su producción y consumo suele ser artesanal e ilegal, en caseríos aislados de la sierra, razón por la cual es un producto marginado de los circuitos de distribución establecidos y del mismo consenso público. No sucede aquí lo que en otras regiones de México como Oaxaca, cuyos destilados han trascendido internacionalmente debido a su calidad, pero también por estar ligados a una vigorosa cultura popular y, desde luego, a un importante circuito turístico.

De todas maneras, la bebida está presente en la vida cotidiana de nuestros municipios de montaña. Se le halla presente en reuniones diversas: pláticas, bautizos, cumpleaños, bodas, parrandas, carreras de caballos, incluso en los velorios. La gente le atribuye virtudes medicinales (“para todo mal: mezcal...”) y es un atenuante del frío y el cansancio.

El mezcal de la sierra de Aramberri se distribuye regularmente en ciudades como Montemorelos, sitio donde aún se obtienen botellas de la bebida elaborada en comunidades del municipio de Rayones. En Linares se obtiene el destilado en La Chona (Aramberri) o el procedente de comunidades tamaulipecas, mientras que en el área de Villa de Santiago se puede conseguir el manufacturado en localidades como Laguna de Sánchez y Rincón del Salto. En Bustamante la bebida sigue produciéndose legalmente.

Durante mucho tiempo el mezcal fue la bebida alcohólica que predominaba en la región sur-serrana de Nuevo León, y su importancia como actividad económica por excelencia, que realmente capitalizaba, se refleja en el conocimiento que de su elaboración tienen algunas personas mayores de Iturbide y Aramberri, para quienes es, incluso, un producto de orgullo local.

Nosotros hemos trabajado maguey que está en sierras, sierras pelonas y sierras sombrías, y hemos notado que el maguey que está sombrío... que el maguey que está sombrío sí da mezcal, pero da menos, nosotros anduvimos cinco años en ese trabajo...

(Juan Espinoza Castillo; Iturbide)

Casi siempre y hasta antes de que surgieran los adelantos tecnológicos en México, el ranchero se reservaba un peso para la compra de una bebida alcohólica llamada mezcal, la que era surtida en gran parte de la sierra de San Carlos, Tamaulipas y que era vendida en «topo», o sea, el equivalente a la capacidad de una coca-cola chica, con un precio de 20 centavos. Tal porción era suficiente para pasar una noche en vela, sirviendo de pretexto para reunirse, ya sea en el casco de la ranchería, en un baile o en algún otro lugar cercano a las casas. No quiero pasar por alto la alusión a la afición a la bebida de referencia que en múltiples ocasiones trajo a relucir viejas rencillas, que en no pocas veces degeneraron en hechos trágicos o de sangre, que en forma sistemática han enlutado los hogares de la gente ranchera del municipio de General Terán, Nuevo León.

(Florentino Martínez Cantú, “Costumbres y tradiciones de los habitantes de General Terán”, en: Colectivo, Tradiciones y costumbres de Nuevo León, 1995: 61).

Véase: Maguey, Sotol.

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