miércoles, 5 de septiembre de 2007

Monitos.

Fetiches pequeños con figura humana que se realizan de diversos materiales como madera, lodo, cera, tela; son comunes en la tradición brujeril de la región y el temor que se les tiene ha generado múltiples historias acerca de su uso y correrías. Generalmente se les clavan espinas y agujas o se les realizan mutilaciones y deformaciones varias. La relación mágica entre los monitos y las personas se logra porque los primeros están hechos a imagen y semejanza de individuos específicos o porque a los fetiches se les colocan fragmentos de ropa, cabello o fotografías de la persona a quien se desea daño. Además, los monitos de tela aparecen como auxiliares de los diableros; pueden cobrar vida si se les invoca para atender solicitudes de dinero, mujeres o suerte en el juego (General Terán), o adquirir movimiento para realizar tareas cotidianas como acarrear agua (Hualahuises).

En el municipio de Doctor Arroyo fue famoso hace unos años el caso de cierto monito que fue encarcelado y hasta fusilado por las autoridades.

Varios habitantes de una ranchería acuden ante la policía municipal para denunciar que algunas personas de la ranchería vecina, donde es común la práctica de la brujería, se dedican a azuzarlos por viejas rencillas territoriales a través de sustos y maldades. Como testimonio presentaron un monito de trapo de unos 20 centímetros, similar al de un vudú haitiano, con alfileres clavados en todo su cuerpo. La policía rural dijo a los quejosos que no es posible ejercer acción contra nadie y lo único posible es detener al monito. El monito permaneció una semana en prisión.

El fetiche encarcelado se convirtió en la principal atracción del pueblo y fue motivo para que se desencadenaran todo tipo de historias en torno a él. Durante esa semana la cárcel de Doctor Arroyo registró el mayor número de visitantes, ya que hacíamos fila para conocerlo.

(César Jaime Rodríguez, “El monito, historia de una historia colectiva”, en: Vestigios, Num. 2, Invierno 1995-1996: 10)

Nombre, allá en el rancho de donde son mis abuelos el monito ya se aparecía desde hace mucho, atravesaba todo el rancho, pero el monito no era como se ve ahorita, era un monito gigante, como de tres o cuatro metros, y dicen que asustaba a todos los que se encontraba, hasta que un día le dijeron al comandante, aquí al de la rural, que fuera a atraparlo, y llegó el comandante al rancho junto con otros rurales y lo estuvieron esperando a ver si salía, y ya en la noche llegó a avisarles una señora, de las que viven en las primeras casas, de que ya se veía la sombra del monito, y que nos vamos todos hasta el panteón a esperarlo allá, y que nos escondemos, y ya cuando iba entrando el monito que nos salimos del escondite y que grita el comandante “¡listos!”, y que salen todos los rurales con las armas apuntándole, y que el comandante grita “¡fuego!” , y ya cuando le iban a disparar, que todas las pistolas como que se traban y ninguno pudo dispararle, y el monito seguía avanzando, y que al comandante se le ocurre sacar un escapulario o una medalla que traía, y empieza a avanzar enseñándoselo y creo que también iba rezando algo, y cuando el comandante se le iba acercando el monito que se empieza a hacer chiquito, y caminaba más y se hacía más chiquito, hasta que se hizo del tamaño que está y ya luego se lo trajieron para acá, para la cárcel.

(Ignacio; Doctor Arroyo)

Véase: Bruja, Embrujamientos.

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