miércoles, 5 de marzo de 2008

Gigante.

Ser de la mitología universal presente también en Nuevo León; aquí, su existencia se remonta a un “tiempo de los gigantes”, durante el cual devoraban gente, utilizaban los cerros como cabecera para dormir y cruzaban la creciente de los ríos con facilidad. Los gigantes perecieron en el Diluvio; Dios mandó los 40 días y noches de lluvia para castigar su arrogancia y desafío al poder divino; algunos se acostaron y jamás pudieron levantarse, otros acomodaron su cabeza en las nacientes montañas de la Sierra Madre y se quedaron dormidos. Nuestra gente asegura que aún es posible hallar parte de sus huesos, en especial las muelas, en barrancos, lechos secos de lagunas y ríos, así como en algunos valles. Fragmentados esqueletos de megafauna se consideran testimonio de su muerte. Incluso, estos vestigios son usados en la medicina tradicional para revitalizar y dar valor, o contra “todo tipo de males”: hemorragias posparto, brujería, etc. En otro orden de ideas, señalan a San Cristóbal como un gigante que se ganó el aprecio de Dios cuando lo ayudó a cruzar un río.

Allá arriba están unas cuevas bien grandes, y dice mi mamá que ahí se escondían las gentes cuando había los gigantes, pero dicen que ya mataron a los gigantes. La otra vez mi mamá andaba escarbando y se encontró un huesote, pero ahí lo dejó.

(Aleida Liset Villalobos Rodríguez; Iturbide)

Pos los gigantes eran una nación, eran una nación que había antes (tal como estar nosotros ahorita aquí, en la nación mexicana), y según esto eran gentes muy grandes...

Según esto, cuando vino la destrucción, platicaban que ellos se burlaban de que no... que a ellos no los alcanzaba el agua del diluvio; es más, cuando al fin vino por medio de Noé, el arca, ellos todavía no creían. Hasta cuando ya subió mero arriba el agua, que ya los tapó, fue cuando –creo– le hablaban, según esto, a Noé, para que les abriera el arca. Pero éste dijo: “No, ya no hay tiempo –respondió–, yo les hablé antes del diluvio –dijo– pero no lo creyeron; ya el que entró está a salvo, el que me hizo caso entró y el que no...”

Eso fue cuando dicen que subió el agua para arriba y, según esto, los huesos que hallaban por ahí son de los gigantes que quedaron enlamados, enterrados.

(Señor; Doctor Arroyo)

Yo creo que los gigantes eran una raza que había, pero a Dios no le pareció que hubiera esa raza...

Los gigantes –creo yo– no tenían coyunturas en las rodillas.

Eran... eran derechos, parejos (no tenían coyunturas), y entonces hay muchos que se han hallado huesos de gigante enterrados, sí, enterrados en la sierra.

Ésos, el modo de dormir era recargados en un barranco de la sierra, dormían recargados en los barrancos porque no podían acostarse... Si se acostaban ya no se levantaban porque no tenían rodilla.

Entonces fue cuando diosito –creo yo– escogió una raza para que quedara en el mundo, y esa raza fue la que tiene la doblez en la rodilla. Digo... lo que quiero decir es que esa raza anterior no tenía doblez en la rodilla. Entonces la acabó y seguimos nosotros.

(Florencio Pedraza; Hualahuises)

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