domingo, 10 de mayo de 2009

Alicantre (Pityophis deppei).

Es una creencia extendida que esta culebra de rayas multicolores se enamora de las mujeres y es corajuda; igualmente, que se alimenta de leche animal y humana. Con sus ojos y el contoneo de la cola hipnotiza o distrae a las víctimas, aprovechándose de este trance para obtener alimento.

Los alicantres son amarillos... brincan, vuelan de una parte a otra.
Una vez yo fui a dar a un lugar llamado La Laguna, y estaba la novedad de que un alicantre había enamorado a una muchacha joven, bonita y grande. Aquella muchacha se hallaba tan “alicantrada” que estaba toda manchada de amarillo en la cabeza. No salía a ninguna parte, ni hablaba con nadie: estaba nada más agachada.
(Desde entonces yo le cogí mucho miedo a los alicantres: porque nunca había oído hablar de eso).
Entonces, para quitarle lo “alicantrado”, le dijeron al papá que la sacara de la casa sin avisarle, que hiciera un viaje y se la llevara: y se la llevó. Se salieron, se llevaron a la muchacha. Un día madrugaron y se fueron sin que ella dijera algo.
Pero luego cuentan que la víbora que la tenía “alicantrada” se mató... Dicen que se agarró de un murillo a otro y se daba golpes contra el suelo, o de pared a pared, y que cuando vinieron estaba ensangrentada la pared y el animal estaba tirado muerto... en la casa...
También dicen de una señora que tenía a su niño bien flaquito, que el niño estaba bien flaco aun y cuando le daba mucho pecho: leche materna. Su esposo, que se iba para la labor y regresaba después de mediodía, se preguntaba por qué la señora no alimentaba bien a su hijo. Nada más comía el niño y a la señora le daba sueño: se prendía el niño a mamar, ¿verdá?, y ella se dormía... Entonces venía el alicantre al pasito, serpenteando, despacio: metía la punta de la cola en la boca del niño y se prendía a mamar del pecho de la señora. Por eso estaba el niño todo flaquito y lleno de granos en la boca. ¡Pos nada!; el alicantre se estaba tragando toda la leche.
Hasta que se dieron cuenta del animal y alguien le dijo que pusiera un vestido en la cama... y como la víbora creía que era la señora se metió entre la ropa buscando el pecho... fue del modo que la pescaron y la mataron.
Además, esa víbora mamaba a las vacas. Cuando nosotros vivíamos allá en Los Ventura, había un corral, y allí tenían vacas: el alicantre llegaba y se enrollaba entre las piernas... se pescaba de las piernas del animal y se ponía a mamar; aunque allí también se dieron cuenta y lo mataron. Y dicen que cuando lo mataron escurría toda la leche que se había tragado.
(Emilia Briones Luna; Rayones)

Ella vivía al lado de unas lomitas, y por el otro lado de los cerros su esposo trabajaba. Cuando la señora iba a dejarle el lonche a su marido oía que le chiflaban: siempre le chiflaba algo.
Y como ella siempre le contaba eso a su esposo, una vez él le reprochó que si ella lo engañaba: le preguntó que quién era el que andaba detrás de ella -porque cuando iba ella a dejarle el lonche se ponía celoso al oír que le chiflaban-.
Entonces la señora contestó que ¡pos que ella no tenía a naiden más!, ¿verdá?, que no sabía quién le chiflaba.
Pero él insistía que sí...
Hasta cierta vez que pasó por donde mismo, la señora se dio cuenta de que era un alicantre el que chiflaba. Pero dicen que la víbora se le enredó en la cintura y luego la mató: mató a la señora.
Después, su esposo pasó y la miró allí...
Pero dicen que la esposa se “comió” al animal, que se le metió -no sé cómo- por las narices y la boca. La señora se comió la víbora: se le metió a ella por la boca.
(María del Rosario Flores Peña y Eva Flores Peña; villa de Santiago)

Véase: Víbora.

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