miércoles, 15 de agosto de 2007

Muerte-ritos fúnebres.

Serie de actos sacros vinculados a la defunción o derivados de la misma. Entre los más relevantes se encuentran: formar en el piso una cruz de cal y recogerla al terminar el novenario para depositarla en el panteón, así como la velación en el hogar o en una funeraria; en el hogar, el cuerpo es tendido en la cama, sobre una mesa o en el piso. En décadas pasadas se colocaba un adobe bajo la cabeza del difunto con el fin de que el cuerpo se adaptara a la tierra. Solía acompañarse de alabanzas, plañideras, rezos, charlas, comida, café y mezcal; hoy en día se prescinde de plañideras y alabanzas.

Algunas veces los familiares, o porque así lo quiso el ahora difunto, disponen que se toque música durante el entierro y en fechas conmemorativas como el aniversario luctuoso o natalicio.

El cuerpo se trasladaba al panteón en tarimas o sobre hombros, actualmente se lleva en carro funerario; durante el trayecto, la gente entonaba alabanzas y alabados, ahora se limita a seguir el vehículo.

Poner el cuerpo muerto en el suelo es lo primero que se debe de hacer; por ejemplo, si yo me muero deben de acostarme ahí, en la tierra, de perdido un rato, con un adobe de cabecera.

Ahorita no, se muere alguien y luego, luego levantan el cuerpo pa la caja, no recibe nada... Eso no está bien, debe de colocarse el cuerpo en la tierra porque si no... pena ese muerto... Porque somos de la tierra, somos de la tierra y a la tierra tenemos que ir a dar.

(Pedro Jaramillo Rodríguez; Villa de García)

Cuando yo me muera –decía– quiero que me compongas un corrido, fíjese. Y cuando él muere, otra sorpresa, va una hija de él y me dice, me dice: “Oiga usté, don Chencho, mi padre tenía encargado que le fuera tocar usted a su sepulcro”. Ahora esto, el que fue a tocar conmigo aquí está, él fue, Manuel Charles. Él fue, fuimos él y yo a acompañarlo con música hasta el panteón. Son cosas verídicas, como le digo, era un juramento, una promesa:


Para empezar a cantar

se necesita un motivo

quiero toda su atención

pa recordar a un amigo

Oscar, así se llamaba

a quien dedico el corrido.

De ese pueblo de Terán

la muerte se lo llevó

pero antes de su partida

muchos recuerdos dejó

por ser un hombre valiente

siempre así lo demostró.

Su gusto fueron los gallos

los gallos y la baraja

los guantes, vino y mujeres

y convivir con la raza

pero se llega la raya

de esa ninguno se pasa (...)

Año del noventa y tres

con la muerte no pudiste

el treinta y uno de octubre

la fecha en que tú te fuiste

aquí quedó este corrido

porque tú así lo pediste.

Ya con ésta me despido

mil gracias por su atención

sus familiares cumplieron

sin duda su petición

que lo llevaran sus hijos

con música hasta el panteón.


Y así fue, fue cierto, se lo cumplimos; allí estuvimos Manuel Charles y yo, cumplimos.

(Chencho Herrera, compositor e intérprete; General Terán)


Véase: Agüeros, Alabado, Alabanza, Ánimas, Espantos, Espíritus, Muerte, Muerte-ofrendas, Piedras.

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