viernes, 10 de agosto de 2007

Nagualismo.

Capacidad de algunas personas para transfigurarse en forma y naturaleza animal; aparece vinculada al poder de brujas y diableros. En las brujas el nagualismo depende de necesidades de su “profesión”; así, para ver en la oscuridad, visitar enfermos y desplazarse a lugares lejanos adquieren figura de lechuza, cócono, tecolote y cuervo. El diablero utiliza la personalidad animal para resaltar sus habilidades y superar ciertos retos que sostiene con los pobladores. La creencia en naguales es vestigio de la cosmovisión aborigen mesoamericana y áridoamericana, aunque sólo hemos escuchado dicho vocablo náhuatl en municipios de la montaña y el sur del estado: Galeana, Doctor Arroyo, Mier y Noriega.

Mi tío Nestor se volvía como él quisiera... en forma de animal: coyote, venado, algo así.

Platicaban que una vez él venía de por allá, de aquel lado del arroyo, cuando se topó con un señor llamado Magdaleno López, quien tenía rifle y le gustaba la cacería; mi tío venía caminando y le dijo:

–Leno ¿cómo te va?

–Bien, Néstor, bien.

–¡Mira!, allá en tal parte, en la vista fulana –le dijo– pasó un venadón grande pal agua, pal arroyo aquél. ¡Anda, espéralo, y en el regreso te lo echas, lo matas!

–¿De veras, Néstor? –comentó Melesio.

–Sí, ¡ándale!, ve.

El hombre no perdió tiempo, se echó el rifle al hombro y ¡vámonos!, se fue y se puso donde le había dicho mi tío. Se asomó y vio las huellas del venado, era cierto, iban para el arroyo. Entonces ya se escondió y dijo: “Cuando regrese, en la pasada, ¡me lo echo!”.

No, luego a poco vio al venadote que venía caminando con unos cuernotes, ahí viene y ahí viene... Se acercó el animal y le empezó a tirar el hombre, pero con cada disparo ¡el venado nomás movía la cabeza! y brincaba pa delante, dirigiéndose pa donde él estaba. En cada tiro y en cada tiro lo tenía más y más cerca, ¡pero nunca le pegó!, y cuando le quedaba nomás un tiro tanteó, pensó “este es Néstor, no tiene ni que.... pero este tiro que me queda lo voy a dejar para él, donde lo encuentre me lo voy a echar [matar]”.

Otro día pasó mi tío Néstor por donde estaba Melesio, y le preguntó riéndose:

–¿Qué pasó, Leno, mi pedacito de carne?

–¡Si hasta dejé un tiro para ti, porque tú eras –contestó–, nomás que ya se me bajó la chiva! [el coraje].

–¡Pos no dices que eres cazador! ¿Por qué le erraste tantos tiros?

Sí, sí, el tío Néstor se volvía animal, ¡pero quién sabe cómo le haría pa volverse otra vez gente!

(Cruz Plata Barba; Hualahuises)

Me platicó una comadre de General Terán que tengo en California, que los muchachitos estaban portándose muy mal y les dijo, que les dijo:

–Se me portan bien o los... ¡o los convierto en tecolote!

Y que respondieron los güercos:

–¡No, en tecolote no, mamá! porque nos metes muy noche.

Pero que en otra vez volvieron a portarse mal y los subió a las hebras de la luz, que allá estaban arriba temblando de frío los tecolotes; así me lo contó.

Y luego que una vez otro señor les dijo a los mismos niños:

–¿Oye, por qué están rasguñados ustedes de la cara, tando tan chiquitos, por qué están rasguñados de la cara? –preguntó.

–Ira, es que papá y mamá y los papaces de ellos –contestó uno– vuelan muy alto, y nosotros como estamos chiquitos todavía no le sabemos muy bien a eso de volar, entonces nos arañamos en los uña de gato [especie de arbusto espinoso] y dondequiera, por eso estamos todos rasguñaos.

(Fernando Martínez González; Marín)

Véase también: Bruja, Cócono, Conejo, Cuervo, Diableros, Lechuza, Oso, Tecolote, Venado.

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