domingo, 5 de agosto de 2007

Niños.

La primera etapa de la vida humana necesita de precauciones que apuntan hacia un objetivo común: velar por la salud física y espiritual del pequeño. Estas atenciones implican requerimientos esenciales para su bienestar y desarrollo, educación informal y protección ante temores atávicos. Prevalecen las atenciones relacionadas con cantos de cuna, alimentos y vestimenta. Por ejemplo, ponerles algo rojo para cortarles el hipo; colgarles collares con huesos de víbora de cascabel para que no tiren saliva y desarrollen dentadura sana; evitar dejar tendida la ropa durante la noche para que no le caiga sereno o le entren malos espíritus. En cuanto a la educación informal, sobresalen figuras socorridas por los padres con intención de establecer límites al comportamiento infantil; aquí el repertorio es amplio: el cuco, el viejo, la Llorona, el enrabiado, el tecolote, el diablo, Dios; advertencias como las de ser comidos y convertidos en animal. En el ámbito de las costumbres y los ritos hallamos la colocación de crucifijos en la cabecera de la cama, tijeras en cruz y sombreros (evitan que el tecolote se los lleve o los chupe la bruja); tomar una piedra en la mano cuando se va a cruzar un río, al tiempo que se invoca el nombre del infante y se dice una oración (asegura que el espíritu del río no se apodere de él); enterrar su ombligo en patios o muros de casas (para que al crecer arraigue en su lugar de origen y dé solidez a las construcciones). En semejante orden de ideas, existen mitos como el de párvulos con una piedra de virtud en la cabeza, o que los duendes son “niños del limbo”, mientras otros evocan la aparición y encuentro en el monte de recién nacidos que hablan y portan colmillos. Perviven, a la vez, ideas acerca de sacrificios, como esa de emparedar criaturas vivas en las murallas de las presas para que su espíritu grite peligros de fisuras y desborde; o esta otra de sepultarlas sobre tesoros para que ejerzan como sus protectores. En el campo, la manifestación nocturna y montaraz de niños –especialmente su lloriqueo– provoca miedo y es identificada con el diablo.

Platican que a los niños se los llevan las brujas cuando no están bautizados, por eso se les debe poner la imagen de un santito en la cabecera. Esa los ampara mientras los bautizan.

(Felícitas Chávez Hernández; Lampazos)

Ponían una persona en... más bien ponían un niño en el muro de la presa, ¿sería en un cuadro de cemento? Eso me platicaron a mí y afirmaban que cuando la presa se quería ir [desbordarse o reventarse] hablaba el espíritu de la criatura...

Yo creo que decía “se va la presa, se va la presa”, así me platicaron a mí.

(Manuel Pequeño; Linares)

Hay niños que traen piedra de virtud en la cabeza, dicen.

Aquí había uno que afirmaban tenía piedra en la cabeza, y hasta comentaban que de un modo se harían de ella cuando muriera (porque menos no podían)...

Y que a la mamá le decían unos que le compraban al niño (cuando estaba chiquito) porque era sabio. Sí, se lo compraban, entonces dijo ella: “¡Ah!, a poco yo voy a vender a mi hijo”.

Y ¡no!, pos después se murió la señora y ahí quedó el muchacho; ahorita ya está hombre él. Pero mire, lo ve usted, así [la informante dobla el cuello], como que le pesa muncho la cabeza; sí, él dice que le pesa mucho porque la tiene muy grande, que por eso dobla el cuello. Pero otros dicen que no, que se le ladea porque tiene piedra en la cabeza.

(María Luisa Mendoza Ovalle; Mier y Noriega)

Más antes, cuando pasaban las grullas y había un niño que no podía hablar, decían: “Cuando pasen las grullas menéale una cuchara en la boca”, decían que haciendo eso se sentaban a hablar los pequeños. Sí, eso sí decían.

Pero ahora ya no, ya ni las grullas pasan. Antes las grullas pasaban muy seguido, pasaban así, todas, como en un cordón, como si fueran cogidas de las alitas, y decían: “Ahí van las grullas –decían– ese niño no se te vaya a hacer mudo, cuando pasen las grullas menéale una cuchara en la boca”.

Taba yo chiquilla cuando oía decir eso.

(Emilia Briones de Luna; Rayones)

Véase: Diablo, Duendes, Emparedados, Espantos, Espíritus, Huesos, Mal de espanto, Mal de ojo, Ombligo, Piedras, Virgen del Chorrito.

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